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100 trucos para tener un bebé feliz

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Este libro ha sido uno de los regalos que me ha dado mi mamá luego de que mi hijo nació. Tiene unos tips simples que a una mamá súper nueva como yo le han servido para relajar los impulsos locos.
Cosas como el cuidado del bebé, comer sin protestar, noches tranquilas, juegos y diversión y mamá feliz, bebé feliz, son los temas que trata de una manera ligera pero concreta.
Lo escribe Alison Mackonochie, escritora y editora en temas de maternidad y bebés.

¿Do you know what it feels like for a mom?

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¿Qué siente una mamá cuando su hijo se cae y se golpea?

Te voy a contar qué siento yo para que me entiendas.

Siento que tengo una herida abierta en la cara hecha por un clavo punteagudo y donde me están colocando jugo de limón caliente, con sal, y me están agarrando las manos para que no me lo pueda secar y además, no hay agua cerca.

¿Te lo imaginaste? ¿Qué sentiste? ¿Te angustiaste?

Yo me angustié al por mayor.

Hey tú, papito, acá te tengo unos tips

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Lo mejor que necesita una buena mamá (ojo me defino como buena mamá como mínimo, y no me importa la poca modestia) es un buen papá.

Así que si tú eres hombre, tienes un hijo con una mujer con la que además, convives, para la oreja, toma nota, pregúntame lo que quieras si te provoca, pero por favor, (seré franca y transparente), no la cagues.

Así que macho, si te sientes inútil, sin saber qué hacer porque oh sorpresa, es tu primer hijo, pues ponte en los zapatos y sostén de tu pareja y date cuenta de que es también, seguramente, el primer hijo de ella. Si ambos están aprendiendo no tienes por qué asumir que ella va a captar más rápido que tú el arte de cambiar pañales, de bañarlo, darle de comer o hacerlo dormir. Lógicamente que si partes con la ley del mínimo esfuerzo vas a quedar en segundo puesto siempre, o inclusive en el último, luego de todas las manos ayudantes que existen alrededor de un bebé.

Entonces, para que comiences a hacer mea culpa y a interiorizar lo que te quiero contar, ser humano capaz de reproducirte pero incapaz de muchas veces tomar la delantera en la crianza de un bebé es:

  • Acompaña a la mamá de tu hijo en todo lo que puedas. Sí, yo sé que otras tareas ocupan el 90 por ciento de tu cerebro, pero cuando tengas 100 años entenderás lo que te digo (espero).  Además, ¿por qué crees que se le dice «compañera» a la pareja, esposa, etc?
  • Cuando la mamá de tu hijo diga, sobre todo en los 6 primeros meses, «estoy cansada» intenta, por el amor de Dios, no decir «yo también», porque lo primero que ella va a querer hacer es lanzarte el primer pañal con caca que tenga a la mano.
  • Muchas de las mujeres somos amantes de un mínimo orden. Así que si te la quieres dar de colaborador, cuando ella manifieste que quiere bañar a tu hijo anda corre a tener lista la bañera, la pijama, el nuevo pañal, las medias, la toalla seca (por favor). Con esto podrías lograr una sonrisa fácil, si es que no algo más.
  • Intenta darle de comer tú también a tu hijo. Ella no se va a ir corriendo a la peluquería. Se va a quedar a mirar cómo lo haces, ojalá sin criticarte. Pero no te dejará solo.

Como ves querido papá, las mujeres, a pesar de que nos encanta hacernos las autosuficientes, no vamos a pedir ayuda con facilidad. Pero sé tú hábil en leer las situaciones que se te van a presentar cotidianamente para que seas un papá genial no solo con tu hijo, porque seguramente lo eres, sino también con la mamá de él.

All Bondy no es un modelo.

Solo para aclarar, esto va a todos los papás. TODOS.

Es un niño!

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Tenía 4 meses de gestación. Esta era la segunda visita a mi nuevo ginecólogo. Cada día de estos despertaban una curiosidad enorme en mí. Me encantaban porque era la única manera de verlo y de oírlo. Su presencia en la pantalla y sus latidos me decían mes a mes «Mami, estoy acá». Creo que de todas las consultas yo salía con una sonrisa en la cara y mil quinientas ilusiones en el corazón.

Pero justamente en la segunda visita la ilusión comenzó a tener más forma. No nos esperábamos saber el sexo tan pronto pero ya en el consultorio del doctor, cuando estábamos viendo la ecografía, nos dijo «El compadre está sin wetsuit». ¿Estás seguro? pregunté. Y contestó: No te lo diría si no estuviera 150% seguro. Entonces, hice match entre la figura que yo había decodificado como un pequeñisimo pene, y la confirmación del doctor.

Con esta noticia inesperada salimos del consultorio el padre, el hijo con sexo definido, y yo. Fue algo inesperado por la rapidez de la certeza, pero lindo. Ya me podía imaginar las medias de fútbol tiradas por la casa. Ya no serían solamente del padre, sino también del hijo.

Renato, el papá, al salir, no pudo ocultar la enorme felicidad de saber que tendría un varón. Hablando desde mi punto de vista, siento que era lo que él quería. ¿Qué más podría pedir? yo creo que su siguiente deseo es, hasta ahora, que ame el fútbol tanto como él.

 

El día que supimos que ibas a llegar

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El 15 de mayo de 2011 confirmamos que íbamos a ser papás. Era de esos domingos ligeramente melancólicos, acentuado por la incertidumbre del resultado del examen de sangre que me hice.

Nuestra primera opción fue ir al laboratorio a sacarme sangre y no comprar un test casero en la farmacia. Queríamos tener una respuesta 100% confiable. Ya no era momento de tener dudas porque el retraso era ya de varias semanas.

Mis sospechas comenzaron a preocuparme el día en que estuve a punto de quedarme dormida en una reunión de trabajo. Nunca me había pasado algo así. Esa tarde intenté sacar una cita con mi ginecóloga. Si hubiera esperado a la fecha que me dieron, probablemente me hubiera visto casi a punto de dar a luz. Tuve que conseguir otro doctor y dicho sea de paso, estoy feliz de haberlo encontrado.

El resultado del examen se puede ver por internet al día siguiente de obtenida la muestra. Y eso hicimos. Lo vimos juntos. Yo no era capaz de verlo sola. Ingresamos usuario y DNI para conocer nuestro futuro. ¿Y qué vimos? una cifra, un número, una seguidilla de dígitos que no me decían «positivo» o «negativo».

Nos miramos y googleamos qué coño significaba los 50 mil y tantos. Y, según Google, yo ya tenía en el vientre un ser humano de aproximadamente 5 semanas. Luego vino un poco de silencio. Luego, incertidumbre. Y finalmente, comenzó nuestra travesía hacia la gestación.

Al día siguiente fui a trabajar como quien sigue a su cuerpo, pero cuya alma está en el limbo, junto a su conciencia, pensando. Empecé el día en la luna. No pude concentrarme ni un segundo porque la verdad no había podido asimilar la noticia.

Mi jefa, al verme perdida en mi pequeño universo, me llamó a una reunión personal. Me dijo «¿Qué te pasa? Yo no podía responder. No salió una sola palabra de mi boca, pero no fue difícil que ella adivinara. «Estás en bola!» me dijo y yo solo pude mover la cabeza de arriba a abajo. Ella comenzó a llorar de alegría. Por fin llegaba una mamá a nuestra área. Por fin llegaba un niño o niña.

Fue así que solté la noticia. Ambas guardamos el secreto en la oficina hasta cumplir los 3 meses. No solo porque se dice que es el período más riesgoso, sino también porque mis papás estaban de viaje y me estaba asegurando de que no se enteren por ningún medio. Yo les debía dar la noticia personalmente.

Ese día, mi jefa no solo me recomendó a su doctor, sino que cambió su cita para que yo ocupara su turno lo más pronto posible. Este favor se lo deberé toda mi vida. Ese favor solamente lo hace una persona demasiado buena. Solamente lo hace un ángel.