Cuando una mamá llega a su casa con su bebé, solo tiene una tarea que hacer, y eso es cuidarlo. Y dentro de la responsabilidad de cuidarlo está amamantarlo, darle teta. Y esta tarea es muy ardua cuando quieres darle lactancia materna exclusiva.
Cuando yo llegué a mi casa con mi hijo experimenté la presión más grande de este mundo. Sentí una angustia por querer hacer las cosas bien y un gran miedo a que le pase algo malo. Nunca antes había sentido algo tan intenso.
Sin embargo, cuando daba de lactar todo eso se borraba de mi mente. Sentir lo bien que le hacía la leche materna a mi hijo era genial. La conexión que lograba con él era infinita. A mi lado se podía caer el mundo y no nos iba a afectar.
Recuerdo que pensaba los primeros días sobre cómo lograría sobrepasar las horas. Tenía miedo de no haber comprado una lata de fórmula, pero luego de la experiencia, veo que fue la mejor decisión.
Cuando escucho a alguna mamá dudar sobre la lactancia materna exclusiva me siento con ella unos veinte minutos y trato de darle todos mis argumentos para que lo intente. Hay muchos beneficios.
Lo bueno es que cuando yo estaba embarazada leí sobre lo positivo de la lactancia y me convencí. Fui a la clínica convencida de que lo mío era darle pecho y no teía otra opción. Entonces, cuando en la clínica me preguntaron si quería que el bebé pase la noche con las enfermeras, mi respuesta fue un rotundo NO.
En las noches cómo pretenden que un bebé recién nacido sobreviva feliz lejos de su madre? Claro, le dan fórmula para que la mamá duerma. Y yo me preguntaba por qué habría necesidad de hacer algo así? Y no encuentro la respuesta.
Abr12
Dar es dar
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